lunes, 28 de septiembre de 2015

HORIZONTES CULTURALES

Horizontes culturales: Preclásico, Clásico y Posclásico
Horizontes culturales
Al comenzar el siglo xx, varios historiadores de Mesoamérica propusieron distintas maneras de ordenar las etapas que caracterizaban a esta región. En los años cincuenta lograron un acuerdo: adoptar el término horizonte cultural y dividir el periodo en tres grandes etapas (Preclásico, Clásico y Posclásico).


Un horizonte cultural es un periodo de desarrollo histórico en el cual predominan algunas tendencias generales en la forma de vida, las creencias, la cerámica y la arquitectura.

Horizonte Preclásico
El horizonte "Formativo" o "Preclásico" abarca desde el 1,500 a.C., cuando comenzaron a desarrollarse las primeras aldeas agrícolas, hasta el año 200 d.C, periodo en el cual se consolidó una de las grandes civilizaciones de Mesoamérica: la olmeca.
La agricultura cambió la forma de vivir de la gente; le permitió establecerse en aldeas y comenzó una forma de vida sedentaria pues la cosecha aseguraba comida para todos y ya no hubo necesidad de ir de un lugar a otro en busca de alimento. Poco a poco la población aumentó y las aldeas crecieron. Sus habitantes aprendieron a hacer ollas, cántaros y platos de barro. Trabajaban la piedra y domesticaron animales como el guajolote, el pato y un perro llamado "itzcuintli".
Con el tiempo, algunas aldeas se convirtieron en ciudades y centros ceremoniales como Cuicuilco, construido a orillas de uno de los lagos que había en la cuenca del valle de México. En el Preclásico, Cuicuilco fue el poblado más importante de esa región. De esa población sólo se conserva una pirámide de base circular, rodeada por el pedregal que formó la lava del Xitle, un pequeño volcán en las faldas del Ajusco cuya erupción destruyó el sitio.
El proceso de crecimiento aldeano, que tuvo lugar en varias partes de Mesoamérica, habría de culminar con el establecimiento de la cultura olmeca. Surgida en tierras cálidas y húmedas de la costa del Golfo de México, esta cultura estuvo favorecida por la abundancia de agua; su poder y vigorosa influencia se extenderían por toda el área y más allá de sus fronteras.

Horizonte Clásico:La revolución del Preclásico permitió el surgimiento de nuevas culturas: los teotihuacanos, los zapotecas y los mayas, quienes crearían las más exquisitas civilizaciones de Mesoamérica.
Tras la revolución urbana que caracterizó al Horizonte Preclásico, los pueblos mesoamericanos iniciaron un periodo de gran desarrollo: crearon avanzadas técnicas agrícolas como las terrazas, las chinampas, el sistema de roza y una serie de obras hidráulicas que posibilitaron el riego mediante canales.
La producción de un excedente agrícola y alimentario permitió la especialización de los artesanos. Así, durante este horizonte nacieron los más grandes albañiles, tejedores, pintores, alfareros, lapidarios y ceramistas del México antiguo. Asimismo, la suma de los excedentes y la producción de los artesanos permitió la aparición de grupos expertos en el comercio, mismos que recorrieron el territorio mesoamericano realizando intercambios.
Las sociedades clásicas del México prehispánico se caracterizaron por una marcadísima división social: sacerdotes, jefes militares, nobles y algunos comerciantes de gran importancia constituían grupos privilegiados. Mientras que el resto de la población -integrada por agricultores, artesanos y trabajadores empobrecidos- constituían otro gran grupo social.
Palacio de las inscripciones en Palenque, Chiapas La mayoría de las civilizaciones clásicas eran dirigidas por medio de teocracias, en las cuales los sacerdotes y los gobernantes ejercían el poder absoluto, aunque hacia el final del horizonte los grupos militares se fortalecieron a tal grado que lograron compartir el poder con los sacerdotes y los gobernantes.
Durante este horizonte, en todo el territorio mesoamericano se difundió el culto al dios de la lluvia y el juego de pelota como actividad ritual.
Asimismo, durante esta etapa los pueblos mesoamericanos perfeccionaron la escritura jeroglífica, los sistemas matemáticos vigesimales y los calendarios civil y ritual.
Entre los años 600 y 900 los Estados mesoamericanos más poderosos se extinguieron por causas aún desconocidas, aunque sus tradiciones culturales sobrevivieron a este horizonte.
Las civilizaciones más importantes del periodo Clásico en Mesoamérica fueron la teotihuacana, la maya y la zapoteca, aunque las dos últimas continuaron su desarrollo durante el Horizonte Posclásico.
La civilización teotihuacana es considerada como la más representativa del Horizonte Clásico. Su vida se prolongó durante poco más de diez siglos y alcanzó su esplendor entre los años 300 y 600. Los teotihuacanos -al igual que los olmecas- influyeron de manera decisiva en Mesoamérica; las evidencias de su importancia se encuentran incluso en territorios pertenecientes a Aridoamérica, tal es el caso de los vestigios hallados en Chihuahua, Durango, Nayarit y Zacatecas.
Los teotihuacanos fueron grandes agricultores y artesanos. Sus obras arquitectónicas, artísticas y artesanales aún nos maravillan gracias a las pirámides del Sol y la Luna, las espléndidas pinturas y grabados en piedra de sus templos y casas, y su cerámica, misma que se convirtió en un modelo a seguir por la mayoría de los pueblos mesoamericanos.
Pintura mural teotihuacana Hacia el año 750, Teotihuacan fue invadida y parcialmente destruida por guerreros provenientes de Aridoamérica. Comenzaba el principio del fin, mismo que llegaría con el abandono de la ciudad debido a la sublevación de las poblaciones tributarias y la crisis ecológica. Tras estos fenómenos, su población emigró a otras regiones de Mesoamérica y llevó consigo su cultura.
Por su parte, los mayas comenzaron a desarrollarse en una amplia zona que cubre casi todo el sureste de México. Al igual que las restantes civilizaciones clásicas, sus principales actividades fueron la agricultura, la producción artesanal, el comercio y la pesca.
A ellos debemos la construcción de grandes urbes, así como Palenque y Bonampak en el actual estado de Chiapas, como Tikal y Piedras Negras en Guatemala y Copán en Honduras.
Los zapotecas se desarrollaron en los valles de Oaxaca y convirtieron a Monte Albán en su principal centro político y religioso. También se dedicaron a la agricultura, la artesanía y el comercio.
Debido a la llegada de los mixtecas -la cual se unió a otros factores como conflictos sociales y problemas ecológicos- la civilización zapoteca entró en decadencia y se dispersó hacia los años 750 y 1200 de nuestra era.
Horizonte Posclásico
 Esta etapa marca el fin del mundo prehispánico. En ella, las civilizaciones mesoamericanas se transformaron y crearon las últimas grandes culturas: los toltecas, los mexicas y los tarascos.
Uno de los rasgos sobresalientes del Horizonte Posclásico fueron las grandes migraciones, principalmente la de los chichimecas de Aridoamérica, mismas que transformarían de manera definitiva el fértil territorio que ocupaba Mesoamérica.
Las sociedades del Posclásico mantuvieron en sus líneas más generales las características de la etapa anterior (un grupo privilegiado que estaba formado por sacerdotes, jefes militares, funcionarios y comerciantes más poderosos, y un grupo desfavorecido que integraban agricultores, artesanos y esclavos).
En estas civilizaciones, el poder estaba en manos de un gobernante supremo que poseía la máxima autoridad política, judicial, militar y religiosa. Aunque cabe aclarar que los grupos militares predominaron en las sociedades del Posclásico.
La guerra tuvo gran importancia durante esta etapa, a tal grado que los pueblos más poderosos -como los mexicas- sometieron a los más débiles para obligarlos a pagar tributo, el cual se convirtió en una de las fuentes más importantes de riqueza. Incluso, esta actividad llevó al extremo una de las características urbanas que se iniciaba en el horizonte anterior: las ciudades fortificadas.
Por último, durante esta etapa, se inició en Mesoamérica la extracción de metales con el fin de producir algunas obras de joyería y unas cuantas herramientas. En efecto, en aquellos años se trabajaron minas y yacimientos de oro, plata, estaño y plomo, al tiempo que se desarrolló la técnica de la "cera perdida" para moldear los metales.
Durante el Posclásico destacaron cuatro grandes civilizaciones: la mixteca, la tolteca, la mexica y la tarasca.
La cultura mixteca comenzó a conformarse en la sierra poniente de Oaxaca y, luego de enfrentarse contra los zapotecos, constituyeron una serie de señoríos independientes como Teozacoacalco, Coixtlahuaca y Yanhuitlán. Ellos fueron grandes orfebres y sobresalieron en la metalurgia de oro, plata y cobre.
Por su parte, la civilización tolteca floreció entre los años 850 y 1168 de nuestra era; su capital era Tula, una urbe que se localiza en el actual estado de Hidalgo. Los toltecas -una cultura marcada por el predominio de una casta militar- fueron los autores de las primeras crónicas históricas y su influencia llegó a Yucatán, sobre todo a Chichén Itzá. Su decadencia se debe a varias causas: los conflictos religiosos al interior de su sociedad, las prolongadas sequías y la presión de los mexicas, así como la de otros grupos nómadas que hacia el año 1168 arrasaron e incendiaron Tula.
Los mexicas fueron el último grupo náhuatl que penetró al Valle de México, donde fundaron Tenochtitlan y crearon el más vasto imperio de Mesoamérica, mismo que vio su ocaso tras la derrota que sufrieron a manos de los españoles en 1521.
Detalle de una pintura mural en BonampakPor último, en la región que hoy ocupan los estados de Michoacán, Nayarit, Colima, Sinaloa y parte de Guerrero y Guanajuato se desarrollaron varias culturas diferentes del resto de los pueblos mesoamericanos. Hacia el año 1250 -gracias a Tariácuri, un caudillo unificador- los tarascos constituyeron un poderoso imperio, rival de los mexicas, cuyas principales ciudades fueron Pátzcuaro, Ihuatzio y Tzintzuntzan. Ellos nunca pudieron ser conquistados por los mexicas y sólo conocerían la subyugación tras la llegada de los españoles.
http://mx.kalipedia.com/historia-mexico/tema/tiempos-prehispanicos/culturas-posclasico.html?x=20080507klphishmx_12.Kes&ap=1

viernes, 25 de septiembre de 2015

MESOAMÉRICA Y SUS ÁREAS CULTURALES

fuente UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MÉXICO

Tabla comparativa de los nombres de los dioses mesoamericanos


Deidad/CulturaNahuaMayaZapotecaMixteca
Deidad de la lunaMeztliIx U o IxchelÑuhu Yoo
Deidad del SolTonatiuhAk´ Kin o K’inich AjawCopijcha TlatlauhaquiTaandoco, Ñuhu Nchikanchii
Deidad de la lluvia y el truenoTlálocChacPitao CocijoÑuhu Savi o Dzahui
Serpiente emplumadaQuetzalcoátlKukulkán o GucamatzCoo Dzahui
Deidad del fuegoHuehuetéotlKa’wilCosanaÑuhu Nchikanchii
Deidad del maízCentéotlYum Kaax o NalPitao CozobiCohuy
Deidad del inframundoMictlantecuhtliAh Puch o Yum CimilPitao PecelaoQ Cuañe
Asimismo sería un error grave de equiparar a los dioses mesoamericanos con los griegos (Tezcatlipoca con Jupiter, Huitzilopochtli con Hércules, etc.). El historiador Alfredo López Austin señala que en Mesoamérica las divinidades “no tenían una individualidad absoluta: se fundían y se desdoblaban; cambiaban de atributos y de nombre según las circunstancias; sus personalidades se transformaban constantemente siguiendo la dinámica del contexto”. Los dioses no eran claramente definidos y tampoco predicaban o convertir como los dioses cristianos, simplemente eran la encarnación de fuerzas de la naturaleza y de conceptos filosóficos.
FUENTE: UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Frescos de Bonampak. Cultura Maya (México)

Frescos de Bonampak. Cultura Maya (México)

Frescos de Bonampak. Cultura Maya (México)

Autor: 
Fecha: 300-900
Museo: 
Características: 
Estilo: 
Material: FRESCOS
Copyright: (C) ARTEHISTORIA

LOS MAYAS

Templo II o de las Máscaras. Cultura Maya (Tikal, México)
El Templo II de Tifal tiene una superposición de cuatro pisos datados desde el 150 a. C. al 700 d. C., que fueron construidos y remodelados una y otra vez a lo largo de unos 1000 años.


Comentario

Comentario
La expulsión de los itzá trajo como consecuencia la revitalización de losantiguos patrones de vida maya, los cuales fueron centralizados por Hunac Ceel, dirigente del linaje Cocom, en la ciudad de Mayapán. Este centro, fundado por los itzá de Chichén, se transformó entonces en la capital de un estado que controló el norte del Yucatán, más restringido que el centralizado en torno a Chichén Itzá. En la "Relación de las cosas de Yucatán" el Obispo Diego de Landa documenta los sucesos históricos, mezclados con leyendas, ocurridos en la ciudad, un centro rodeado de murallas de unos 4,5 km2 de extensión que pudo albergar en su interior 4.150 estructuras. A su caída en 1446 se produce la fragmentación política, donde cada territorio está representado por un pequeño centro. En la costa este de Yucatán existieron pujantes centros comerciales mientras que en Guatemala alcanzaba su esplendor el pueblo quiché, que a lo largo del Postclásico habría de formar un estado fragmentario con capital en Utatlán.
En el núcleo del sitio se levantaron los edificios públicos y religiosos, rodeados por otros de naturaleza residencial. Los gobernantes de Mayapán obligaron a residir en la ciudad a la nobleza campesina de sus territorios aliados, con el fin de controlarlos políticamente, basando su dominio en las relaciones tributarias con sus aliados. Desde un punto de vista cultural y arquitectónico resulta una mezcla de los viejos patrones mayas -revitalización del culto a la estela, del uso del estuco para cubrir edificios, etc.- con estructuras que simulan el esplendor de Chichén Itzá, como es el Templo de Kukulcán. Mayapán decayó en 1.446 fruto de la conspiración interna y de las excesivas cargas tributarias y falta de libertad que se imponía a la nobleza nativa residente en ella. Entonces el Yucatán quedó dividido en 16 cuhcabal (provincias o, tal vez, pequeños señoríos regionales). La característica de este momento es la fragmentación política, donde cada territorio está representado por un pequeño centro y no todas las 16 provincias tienen el mismo tipo de gobierno, sino diferentes soluciones políticas para dirigir sus territorios. Algunos de ellos fueron aliados políticos, pero otros se mantuvieron en continua competición hasta la llegada de los españoles.
En este tiempo, en la costa este de Yucatán existieron pujantes centros comerciales que sirvieron como puertos de aprovisionamiento, control y descanso a los mercaderes que hacían la ruta hacia Centroamérica. Es el caso de Tulum, Xelhá, Tancah, Lamanai o Santa Rita Corozal. Del potencial económico que tienen estos sitios del Postclásico Tardío da cuenta no sólo su rápida evolución, sino sus artesanías encontradas en las ofrendas y un arte mural que requirió la presencia en ellos de maestros del centro de México que representaron por este medio escenas de claras reminiscencias del estilo mixteca-puebla.
Mientras tanto, en el altiplano de Guatemala, se había producido un profundo cambio cultural hacia el 1.000 d.C., según el cual los asentamientos se habían trasladado a una posición defensiva y habían asimilado elementos del centro de México. Esta mexicanización se produjo en algunos sitios de manera pacífica como ocurre con la capital de los Mam, Zaculeu. Pero en otros la naturaleza de la presencia mexicana parece acompañada por la guerra y la fragmentación política, como ocurrió en las mesetas del centro del Quiché. Allí se estableció el pueblo quiché, que a lo largo del Postclásico habría de formar un estado fragmentario que tuvo su capital en Utatlán, y del que más tarde se desgajaron los cakchiqueles, que establecieron su centro más importante en Iximché. Mames, quichés, cakchiqueles y, en cierta medida, pokomames -que tuvieron su capital en Mixco Viejo- y tzutuhiles fueron pequeños estados de conquista muy centralizados, que se mantuvieron en permanente competición por la ampliación de sus territorios hasta que se inició la conquista de Guatemala en 1524 por Pedro de Alvarado








TEMPLO DE QUETZACOATL

Templo de Quetzalcóatl (Teotihuacan, México). Detalle



Junto con las pirámides del Sol y de la Luna, el Templo de Quetzalcoatl es uno de los edificios más impresionantes de la gran Teotihuacan. Situado en el interior de la Ciudadela, esta estructura fue excavada y reconstruida por M. Gamio, Reygadas y Marquina entre 1917 y 1920. Se trata de un recinto cuadrado de cuatrocientos metros de lado, rodeada por plataformas de 32 y 65 metros de ancho. Sobre ellas, en los lados N, S y O se levantan cuatro estructuras piramidales. Las del lado O presentan escalinatas abiertas hacia la Calzada de los Muertos. 
El Templo o Pirámide de Quetzalcoatl es el más relevante de Teotihuacan en cuanto a su arquitectura escultórica. Cada uno de los paramentos en que se divide el cuerpo piramidal está compuesto por un amplio tablero vertical limitado por grandes fajas o cornisas. En el interior de éstas fueron construidos relieves emergentes, más bien esculturas. De un talud inferior surgen preciosos relieves. Taludes y tableros son recorridos por ondulantes serpientes, con amplios y esquematizados crótalos, acompañadas de conchas, caracolas y elementos acuáticos, combinando el naturalismo con la abstracción. Sobre este fondo emergen cabezas de serpiente o dragón, que surgen de una especie de flor abierta. También sobresalen cabezas representando a una divinidad, que tanto puede ser Tlaloc -dios de lo acuático-, como el dios del maíz. Esta indefinición es debida a que, si por un lado estas figuras presentan los típicos grandes ojos circulares de Tlaloc, por otro los rostros parecen aproximarse a la forma de una mazorca de maíz. 
Según J. Alcina, si la identificación de Tlaloc parece evidente, la asignada tradicionalmente a Quetzalcoatl parece más dudosa, señalando que son muchos los investigadores que apuntan que este dios sólo se define iconográficamente a partir de la época tolteca, por tanto posterior a Teotihuacan.



FUENTE ARTE HISTORIA

PIRÁMIDE DE LA LUNA

La Pirámide de la Luna, junto a la Pirámide del Sol y el Palacio de Quetzalpapalotl, define el recinto religioso-administrativo de Teotihuacán. Estos edificios, junto a otros de carácter ritual y político, se levantan a lo largo de Calzada de los Muertos, considerada el eje básico de la ciudad. 
En Teotihuacán se desarrolla la idea de la pirámide con una proporción entre la altura y la anchura tal que presentan una apariencia aplastada, constratando con la esbeltez y ligereza de otras áreas. Las pirámides se ubican en medio de grandes explanadas o al fondo de las avenidas como es el caso de la de la Luna, al final de la Calzada de los Muertos, persiguiendo sus arquitectos la ejecución de un escenario en el que se representara el ceremonial religioso de forma espectacular. La perspectiva empleada por sus diseñadores hace de esta pirámide que parezca más elevada a pesar de sus 42 metros, en comparación con los 63 de la del Sol. Los especialistas consideran que ambas edificaciones deben haber sostenido templos, sin descartarse la posibilidad que hayan sido enterrados en su interior algunos personajes de importancia para la comunidad.
Pirámide de la Luna (Teotihuacan, México)

PIRÁMIDE DEL SOL

Comentario
Pirámide del Sol (Teotihuacan, México)

Pirámide del Sol (Teotihuacan, México)

Autor: Autor Anónimo
Fecha: 100-150
Museo: 
Características: 
Estilo: 
Material: Piedra
Copyright: (C) ARTEHISTORIA
En el año 150 de nuestra era Teotihuacan sufre un fuerte incremento de su población por lo que la ciudad crece enormente convirtiéndose una de las más grandes ciudades de Mesoamérica. Surge así la necesidad de una nueva planificación urbanística, cuyo foco fundamental será la Pirámide del Sol, bajo la cual hay cuevas naturales que se cree tuvieron un significado simbólico-religioso. Hay quien identifica esto con el legendario Chicomóztoc (siete cuevas) del que proceden los aztecas. Junto a la Pirámide de la Luna y el Palacio de Quetzalpapalotl, define el recinto religioso-administrativo de la ciudad. Otros edificios de carácter ritual y político se levantan a lo largo de la Calzada de los Muertos considerada el eje básico de la ciudad.
Era "el lugar donde los hombres se convertían en dioses", según su etimología. La pirámide del Sol es la estructura más grande de Teotihuacan y la segunda de Mesoamérica, después de la de Cholula. Se cree que su construcción se llevó a cabo, junto con la pirámide de la Luna, hacia el siglo II d.C. Los trabajos de principios de siglo (1905 - 1910) estuvieron a cargo de un arqueólogo muy singular y controvertido, Leopoldo Batres. Estudios posteriores han puesto de manifiesto graves errores en la excavación de la pirámide, deformada prácticamente en su totalidad durante la excavación llevada a cabo por dicho arqueólogo. 
Actualmente, alcanza una altura de 65 m. pero se cree que fue más alta, puesto que la cima estaba coronada con un templo o santuario, edificado probablemente con materiales perecederos. Sólo sabemos que en el siglo XVI mostraba en lo alto un enorme ídolo de piedra de "tres brazas de largo", que fue hecho pedazos por orden del obispo Zumárraga. Han aparecido alfardas que limitaban las escaleras del lado poniente, lo que evidencia que ésta era la parte delantera del monumento. A diferencia de lo que ocurre en general, y probablemente por la gran altura, estas escaleras no forman un sólo tramo sino que se interrumpen a ciertos niveles en el pequeño pasillo que divide a los cuerpos escalonados. La parte delantera de la pirámide no da directamente a la Calzada de los Muertos sino a una gran plaza rodeada de otros edificios de épocas posteriores. El cuerpo de la pirámide está compuesto de bloques de piedra unidos por un lodo especial recubierto de estuco, posteriormente decorado, y la técnica utilizada para su construcción era la del talud y el tablero, formando cinco cuerpos superpuestos, con una base de 200 por 225 m. Dentro de la gran pirámide hay otra pequeña que debió ser construida sobre una estancia subterránea en forma de trébol de cuatro hojas, unida a la orilla del micaotli o Calzada de los Muertos por un pasaje subterráneo cuya entrada está al pie del basamento adosado. Parece ser que esta estancia se hizo para crear cuatro cuevas o bocas de la Madre Tierra, que simbolizan el origen del hombre. Se supone que tenía un vínculo con el mítico lugar de origen de los aztecas, llamado Chicomotzoc, que significa "el lugar de las siete cavernas", aunque no existen datos concretos para asignar un origen común a las dos civilizaciones. Un aspecto interesante es la orientación dada a la pirámide; se halla orientada de modo que señala el movimiento del Sol desde el amanecer hasta el anochecer y los equinoccios.
FUENTE: ARTEHISTORIA.COM

Teotihuacan

Comentario
Pocas ciudades han sido consideradas dignas de ser habitadas por los dioses, pero Teotihuacan ("la ciudad donde nacieron los dioses") es una de ellas. Representa uno de los ejemplos más brillantes de la etapa Clásica (200 d.C - 900). Alrededor de ella han girado muchos mitos precolombinos, aludiéndola como lugar de nacimiento del sol que abrió paso a la Quinta Era, aquélla en la que vivían los pueblos mexicanos antes de la llegada española. Urbe divina y humana, plena de calles y habitaciones (llegó a tener hasta 200.000 habitantes), de actividad ferviente y de comercio con el valle de México, Puebla, Tlaxcala e incluso la Mixteca y Tehuantepec, está situada a sólo 50 Km. de Ciudad de México.
Los estudios arqueológicos han mostrado signos de ocupación hacia el 600 a.C., en la fase preurbana de la ciudad. En esta primera etapa, se trató de una aldea cuya principal actividad era la elaboración de objetos de piedra pedernal obtenida de la zona. Los excedentes permitieron un incipiente intercambio con otras regiones que, a partir del siglo II a.C., se amplió a productos agrícolas. También en este siglo, y como consecuencia de la oleada migratoria procedente de Cuicuilco, empezó a delinearse el auténtico centro ceremonial. Del siglo I d.C. es la llamada Calzada de los Muertos, orientada de Norte a Sur, y las dos grandes pirámides a lo largo de su recorrido, la del Sol y la de la Luna. De dicha calzada parten también edificios, palacios, plazas, etc. En el transcurso del siglo II d.C. Teotihuacan empezó a extenderse y a enriquecerse con nuevos edificios, alcanzando su máximo apogeo en pleno periodo Clásico (250-650), tratándose ya de una gran urbe organizada mediante calles entrecruzadas, con edificios de estructura compleja, patios, cisternas, desagües, etc. Alrededor del 650-700 la gran metrópoli fue incendiada y destruida, casi con toda probabilidad por la llegada de pueblos procedentes del norte, quizás de estirpe tolteca. Muchos habitantes se refugiaron en el centro vecino de Azcapotzalco, dentro de la órbita teotihuacana y, alrededor del año 900, la ciudad ya estaba abandonada. Cinco siglos después se produjo la llegada de los aztecas, quienes quedaron asombrados ante las inmensas ruinas, poniéndole el nombre de "Ciudad de los Dioses".
Arquitectónicamente, Teotihuacan es una de las ciudades mesoamericanas con mayor riqueza y esplendor del periodo Clásico. Estructurada mediante calles rectas y perpendiculares a partir de la Calle de los Muertos (4 Km. de longitud y 45 m. de anchura), se encuentran en su camino las dos pirámides más importantes de la ciudad; la del Sol está situada encima de una gruta con aguas subterráneas, ligada a un tipo particular de culto a la fertilidad. Se trata de la estructura más grande del complejo, alcanzando actualmente los 65 m. de altura, pero se cree que originalmente era más elevada puesto que estaba coronada por un santuario en su cima, edificado probablemente con materiales perecederos. La de la Luna es de menor tamaño (46 m.) y domina la plaza homónima. En el lado occidental de la Plaza de la Luna surgen algunos edificios de notable importancia, como el Palacio de Quetzalcoatl o el de Quetzalpapalotl. Alrededor del 200 d.C., en el interior de la denominada Ciudadela se erigió la pirámide de Quetzalcoatl, decorada con representaciones de la Serpiente Emplumada y de Tláloc. No sólo la arquitectura ocupa un lugar de honor, también la pintura es importante, principalmente, la mural. Ésta refleja el mundo de los dioses y de las figuras míticas. No se paró sólo en la decoración de templos y pirámides sino también en cerámicas, vasijas y todo tipo de objetos ceremoniales. Los frescos murales representan escenas relacionadas con la fertilidad y la agricultura y el más célebre es, quizás, el que representa el Tlalocan o paraíso de Tláloc.
Desde el punto de vista social, han aparecido diferentes teorías acerca de cómo se estructuraba la ciudad. En su primera etapa (600-200 a.C.) y cuando ya alcanzaba los 10.000 habitantes, se sugiere una división en pequeños grupos o unidades tribales, sin poder hablar todavía de un Estado y cuya principal actividad habría sido el comercio de obsidiana. Tal vez éste fue el primer paso de Teotihuacan a un camino comercial que habría de ser cada vez más importante, dando a la futura ciudad un principio de internacionalización tan evidente posteriormente. En la etapa que va desde el siglo II a.C. hasta el siglo I d.C, la población creció considerablemente, llegando ya hasta los 50.000 ciudadanos. Debido a este aumento, se cree que se iniciaron proyectos de irrigación y cultivo de nuevas tierras, además de ampliar su comercio de obsidiana. Esta gran actividad y expansión, cada vez mayores en varios campos del desarrollo humano, no pueden compaginarse tan fácilmente con una organización tribal en la que todos los hombres son más o menos iguales. Es aquí cuando se sospecha que se pasó de una organización social tribal a un Estado, con clases sociales y actividades profesionales diferenciadas. Del siglo I hasta el año 350 aproximadamente algunos historiadores no hablan ya de un Estado teotihuacano, sino de un verdadero Imperio, que se está lanzando a una serie de conquistas o incursiones comerciales que le llevaron a lugares como Belice, valle de Oaxaca (Veracruz) o Kaminaljuyu (Altiplano de Guatemala). Sin embargo, la influencia exterior también llega de fuera, lo que permite plantear la idea de Imperio. Los tres siglos posteriores suponen el afianzamiento y máximo esplendor de la ciudad; sin embargo, su área urbana no aumenta sino que se reduce poco a poco hasta los 19 kilómetros cuadrados, alcanzando en este momento los 200.000 habitantes. A pesar de esta concentración en un espacio tan reducido, la sociedad está ya perfectamente organizada, tanto en clases sociales como en grupos de trabajo especializados. También los barrios se organizan de acuerdo a la clase social y el trabajo: el de los agricultores, el de los mercaderes y artesanos, y el de los sacerdotes.
No contamos con fechas ni teorías exactas para explicar por qué Teotihuacan fue prácticamente destruida y abandonada. Desde el punto de vista cronológico, el abandono de la ciudad abarca una franja de dos siglos, es decir, desde los historiadores que afirman que ésta se produjo en el siglo VII hasta los que lo sitúan en el siglo IX. Sucede lo mismo con las causas: económicas y meteorológicas (debido a años de sequía), sociales (ricos cada vez más ricos y pobres cada vez más pobres) o comerciales (pérdida de influencia). La teoría más aceptada en la actualidad es la de una conjunción de todas ellas, unida a motivos religiosos. Lo que es seguro es que fue incendiada, saqueada y destruida en gran parte.
fuente: artehistoria.com

CULTURA OLMECA

Época: América
Inicio: Año 1600 A. C.
Fin: Año 200 D.C
EXTRAÍDO DE ARTE HISTORIA
En la actualidad se discute si los orígenes de la cultura olmeca se encuentran en la costa del Golfo de México o corresponden a la tradición del Itsmo de Tehuantepec, que se ha formulado durante las fases Locona y Ocós. En cualquier caso, está identificada en algunos sitios de la fase Bari (1.400-1.150 a.C.) en torno a La Venta y en Ojochí (1.500-1.350 a.C.), Bajío (1.350-1.250 a.C.) y Chicharras (1.250-1.150 a.C.) de San Lorenzo, a lo largo de las cuales se pasa desde los característicos poblados Ocós a la planificación de un gran centro ceremonial, en cuyos registros aparecen objetos ceremoniales y de status: figurillas huecas con engobe blanco, cerámica confeccionada con caolín y objetos de piedra verde, que se pueden considerar antecedentes directos de las formas olmecas; de ahí que se haya denominado a esta fase como Proto-olmeca o, también, Olmeca I. 

La gran civilización olmeca tuvo lugar a lo largo de Olmeca II (1.150-400 a.C.), que incluye el florecimiento y decadencia de San Lorenzo (1.150 a 900 a.C.) y de La Venta (900-400 a.C.). Algunos investigadores han interpretado la existencia de dos amplios horizontes de uniformidad cultural en Mesoamérica sobre la base de estos dos desarrollos, lo que implicaría la valoración de la cultura olmeca como la cultura madre de las civilizaciones mesoamericanas; sin embargo, las posturas actuales sobre este particular están muy enfrentadas, y hoy se duda de la existencia de estos dos horizontes. 

Se han identificado al menos dos sistemas de producción de alimentos: uno de recolección intensiva y de caza, y otro agrícola que aprovechó tanto las orillas de las cuencas fluviales y de los pantanos anualmente inundados -y que permitieron la obtención de dos cosechas por año-, como de las zonas menos irrigadas que tuvieron tan sólo un cultivo anual. El sistema agrícola fue de tumba y quema, y en ocasiones estuvo complementado por productos piscícolas de río y de estuario. La colonización de este tipo diferencial de tierras y posibilidades de subsistencia se considera el origen de la desigualdad social, de manera que aquellos que ocuparon las márgenes de los ríos se convirtieron con el tiempo en la elite que gobernó en los centros olmecas. 

Los asentamientos más complejos fueron los centros ceremoniales, que actuaron como ciudades en el orden social, económico, político e ideológico. En ellos, los edificios se construyeron de tierra y adobe, y se repellaron también de adobe y arcilla, dada la carencia de rocas duras en el área, a excepción de las alejadas Montañas Tuxtlas que tenían grandes canteras de basalto. Con ella construyeron inmensos montículos y plataformas en los que instalaron templos y edificios públicos. Estas edificaciones se levantaron siempre en torno a patios, sentenciando así un patrón de asentamiento básico en la vida mesoamericana, que afectó tanto a los minúsculos conjuntos habitacionales como a las ciudades más densas. 

Rodeando los grupos más voluminosos de los centros ceremoniales se construyeron plataformas de tierra más pequeñas para sustentar las chozas campesinas de carácter perecedero (paredes de palos y barro techadas con hojas de palma). 

La construcción de centros tan impresionantes como San Lorenzo, La Venta, Laguna de los Cerros y Tres Zapotes, pone de manifiesto el poder alcanzado por los dirigentes olmecas, que tuvieron que organizar la fuerza de trabajo de miles de personas para mover millones de m3 de tierra. Estos edificios se embellecieron con piedras bien cortadas y fueron drenados por canales internos hechos con piedra basáltica, que recorren los patios y desaguan fuera de la ciudad. Asimismo, en el caso de San Lorenzo nueve grandes cabezas colosales representando otros tantos gobernantes fueron colocadas en las zonas centrales del sitio. Al final, la ciudad fue saqueada, la escultura monumental mutilada y enterrada, y alguna de ella pudo haber sido trasladada al sitio de La Venta. La destrucción de las imágenes de sus líderes indica problemas de naturaleza política y religiosa, aunque algunos investigadores defienden prácticas destructivas cíclicas de naturaleza ritual. Tras la caída de San Lorenzo, La Venta es el centro principal, alcanzando una superficie cercana a las 200 ha. El sitio, construido de arcilla y adobe, se orientó en torno a un eje básico desviado 8° al oeste del norte, a lo largo del cual se emplazaron las más grandes plataformas que sostuvieron templos y edificios de elite construidos con materiales perecederos. Limitando este eje por el norte se construyó el Complejo C, que contenía una impresionante pirámide en forma cónica de 30 m de altura y 128 m de diámetro. Más al norte, el Complejo A se distribuye a lo largo de dos largas plataformas que dejan en medio un patio interior, que sostuvo en el pasado una hilera de columnas de basalto. Esta orientación norte-sur estuvo sancionada por una serie de ofrendas y enterramientos que se dispusieron en los patios y las estructuras a lo largo de este eje. 

En La Venta se ha hallado una cantidad abundante de escultura monumental, tanto en superficie como enterrada. Algunas piezas fueron también cabezas colosales, pero sobre todo estelas y grandes altares, tronos de basalto y otras esculturas confeccionadas en bulto redondo. Muchas de ellas estuvieron acompañadas en las ofrendas por objetos rituales en jade, pirita y cerámica. La decadencia de La Venta, una ciudad que en el momento de su esplendor pudo albergar 18.000 habitantes, se produce hacia el 400 a.C. 

El último centro de civilización olmeca fue Tres Zapotes, el cual es muy desconocido hasta el momento, aunque claramente fue contemporáneo con los anteriores y les sobrevivió. En su zona nuclear se encontraron 50 montículos agrupados, así como una cabeza colosal y la Estela C, que contiene una fecha de estilo maya de 3 de septiembre del año 32 a.C. 

El medio fundamental por el que los olmecas expresaron su ideología fue la escultura monumental, trabajada en bulto redondo y en bajo relieve. El motivo principal fue el retrato de los gobernantes, que nos remite a una sociedad jerarquizada en dos segmentos. Los dirigentes olmecas fueron representados por medio de colosales cabezas de piedra basáltica obtenida en las Montañas Tuxtlas, distantes unos 80 km de San Lorenzo; el inmenso peso de cada pieza y el esfuerzo energético requerido para obtenerlas y llevarlas a la ciudad es otra evidencia, junto con la arquitectura pública, de la estratificación social olmeca y del poder que adquirieron sus gobernantes. 

También gran relevancia obtuvieron los denominados altares de piedra, en realidad tronos, que se encuentran tanto en el área metropolitana como en zonas de influencia olmeca. En ellos se representaron varios temas recurrentes que documentan la visión del mundo, las divinidades y las prácticas rituales de este pueblo del Golfo de México. Uno de ellos es la presentación de un pequeño hombre jaguar (were-jaguar) por medio de un adulto; en otras escenas los adultos llevan en brazos al pequeño hombre jaguar. Coe ha interpretado estas figuras como la principal deidad olmeca, identificada con los dioses de la lluvia de amplia tradición en la civilización mesoamericana; aunque también se les ha considerado como la expresión de un viejo mito que delega la creación de la Humanidad en la cópula del jaguar con una mujer, y origina un tipo ideal de hombre caracterizado por sus rasgos de jaguar. Evidencias para esta teoría se hallan en tallas de Laguna de los Cerros y de Río Chiquito. 

También existen representaciones de actividades militares por medio de guerreros armados. El hallazgo casual de estos motivos en áreas de la periferia olmeca ha hecho sospechar a los estudiosos la naturaleza violenta de la expansión olmeca a otros sitios de Mesoamérica; sin embargo, los ejemplos que tenemos son escasos. Junto a ellos, destacan figuras de significado político y ritual como ceremonias de acceso al trono y de legitimación dinástica. Algunos de ellos se vieron incluso acompañados de signos interpretados como prototipos de escritura jeroglífica. 

Muy útil para comprender la sociedad olmeca resulta la pintura mural, aunque ésta se encuentra fuera del área metropolitana. En Oxtotitlan y Juxtlahuaca existen escenas de ceremonias de la elite, con una figura principal sentada sobre un altar. 
Al margen de la escultura monumental, los olmecas crearon un sofisticado arte portátil, fundamentalmente en jade, pero también en pirita e ilmenita, minerales con los que confeccionaron espejos. En jade el motivo principal fueron los were-jaguar, junto con hachas en las que se grabaron hombres, perforadores para ceremonias de autosacrificio y máscaras funerarias. 
Las relaciones del pueblo olmeca con el exterior han sido objeto de fuerte controversia. Su expansión a Mesoamérica pudo estar conectada con el ascenso de un pequeño grupo dirigente sancionado por la divinidad, y por el acceso diferencial a los productos existentes en el área metropolitana. Para manifestar su poder y prestigio, demandaron artículos exóticos y estratégicos, por medio de los cuales, y de su redistribución, aumentaron de manera paulatina la desigualdad de la sociedad. Para mantener esta estrategia, hubieron de poner en funcionamiento, y potenciar allí donde ya existía, una enorme red de intercambio y de comunicación interélites, que en su momento de máximo apogeo alcanzó 2.500 km desde el centro de México a Costa Rica. Como es natural, en un territorio tan amplio la relación fue muy variable y en muchos casos aún no está determinada con rigor. En principio, se estableció con grupos ya evolucionados, que estaban en condiciones de captar los complejos elementos olmecas y que a su vez disponían de materias primas o se asentaban en puntos estratégicos de vital importancia para el desarrollo económico del área metropolitana. Es así como se ha detectado la influencia olmeca en Tlapacoya y Tlatilco (Cuenca de México), en Las Bocas y Chalcatzingo (Morelos), en Oxtotitlan y Juxtlahuaca (Guerrero), en San José Mogote (Oaxaca), a lo largo de los ríos San Isidro y Grijalva y de la costa chiapaneca, en sitios como Pijijiapan, Batehon, Xoc, Tzutzuculli y Tonalá; y su expansión por la llanura costera del Pacífico de Guatemala y El Salvador, en sitios como Abaj Takalik, Monte Alto, El Baúl y Chalchuapa. 
Cabeza colosal. Cultura olmeca (México)

Cabeza colosal. Cultura olmeca (México)

Autor: 
Fecha: 850 a.C. h.
Museo: Museo Nacional de Antropología de México
Características: 
Estilo: 
Material: 
Copyright: (C) Alvaro Cruz García
En estos centros podemos detectar rasgos olmecas, que a veces consisten sólo en pequeñas figurillas, en otras ocasiones cerámica y arte portátil, en algunas escultura monumental, y en las menos arte mural que, sin duda, requirió el traslado a tales lugares de artistas olmecas y la comprensión del mensaje representado por parte de las poblaciones nativas. Obsidiana, jade, caolín, pirita y tal vez cacao y otros productos perecederos, fueron requeridos por un pequeño grupo asentado en el poder en los centros del área metropolitana. Estas materias primas fueron transformadas en dichos centros, de manera que es muy posible la existencia de especialistas a tiempo completo desde la época de San Lorenzo. Los objetos ya acabados fueron repartidos entre la gente de alto status y resultaron de vital importancia para emprender grandes obras en arquitectura y escultura monumental. 
Estela nº 2. Cultura Olmeca (La Venta, México)

Estela nº 2. Cultura Olmeca (La Venta, México)

Autor: 
Fecha: h. 1100 a. C.
Museo: 
Características: 
Estilo: 
Material: Piedra
Copyright: (C) ARTEHISTORIA
Cabeza tallada en jadeita. Cultura Olmeca (México)

Cabeza tallada en jadeita. Cultura Olmeca (México)

Autor: 
Fecha: h. 1200 a. C.
Museo: Museo Nacional de Antropología de México
Características: 
Estilo: 
Material: 
Copyright: (C) ARTEHISTORIA


Con esta situación ventajosa, los olmecas difundieron, y en ocasiones inventaron, gran parte del equipo cultural utilizado y reformulado por otras civilizaciones de Mesoamérica. No hay duda de que sus relaciones con esta área cultural fueron simbióticas, y que ellos también adquirieron rasgos procedentes del exterior, pero tampoco debe dudarse de que jugaron un papel importante en la evolución de la civilización mesoamericana.

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